POR FERNANDO RODRĺGUEZ
CÉSPEDES
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La alarmante cifra de 11,536 muertes a consecuencias de accidentes de tránsito, miles de heridos,
entre ellos, muchos incapacitados de por vida, y más de 4,000 millones de pesos
en pérdidas materiales, en solo tres años, (2011-2013) son motivos suficientes
para declarar en estado de emergencia el
caótico tránsito vehicular del país.
Estas dramáticas estadísticas fueron dadas a conocer en el
Congreso Americano de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) 2014,
celebrado recientemente en el país, precisamente, en atención a la cantidad de
accidentes que se producen en el territorio nacional con una tasa de 40 muertes
por cada 100,000 habitantes.
Hay que resaltar que en Latinoamérica y el Caribe esa tasa es
de 16 por ciento y en Europa de 8, lo que nos coloca en el segundo lugar del
mundo en muertes por accidentes de tránsito ante la mirada indiferente de las numerosas entidades oficiales creadas para
regular y controlar el sistema de transporte terrestre.
Los factores que provocan esta situación son numerosos y conocidos por todos, pero ha faltado voluntad política
para enfrentarlos al punto que un
proyecto de ley sobre Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad
Vial que cursa en la Cámara de Diputados, se encuentra engavetado pese a la importancia y urgencia del mismo.
Esperamos que los resultados del congreso, auspiciado por el Automóvil
Club Dominicano con la participación de especialistas nacionales y extranjeros,
constituyan el punto de partida para que las autoridades dominicanas actúen con
la presteza que amerita una situación que, como señalara el técnico en tránsito vial Andrea Oliver, se
ha convertido en una epidemia y como tal debe tratarse.
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