La
elección del nuevo alcalde demócrata de la ciudad de Nueva York, Bill de
Blasio, un incansable luchador a favor de los sectores más desposeídos, y de
firme tendencia progresista, abre un
capítulo de esperanza entre los sectores latinos y minoritarios de la gran
urbe.
Resulta
alentadora la activa participación en el acto de toma de posesión del coro de
la Escuela Superior de Música Celia Cruz del Bronx, y de la joven estudiante de
origen dominicano Lissette Ortíz quien hizo la presentación del ex presidente Bill Clinton.
En
su discurso, tras ser juramentado por el ex mandatario, de Blasio, reiteró su propósito
de iniciar reformas progresistas en procura de una mayor igualdad económica y
social entre lo que llamó las dos ciudades de Nueva York, la de la opulencia y
la empobrecida.
"La
justicia económica y social empieza aquí y ahora", afirmó categóricamente
tras anunciar la creación de nuevos impuestos para los más ricos a favor de la expansión
de los programas educativos infantiles, una de sus mayores preocupaciones a lo
largo de su exitosa carrera política.
Durante
su labor de concejal por ocho años por
el estado de Brooklyn, y su posterior función de Defensor del Pueblo, el
atípico político de 52 años, logró grandes beneficios legales y sociales a
favor de los niños marginados, envejecientes, latinos, enfermos de SIDA y transexuales.
Graduado
en la Universidad de Nueva York, con especialidad en asuntos públicos e internacionales en la
Universidad de Columbia, Bill de Blasio fue el responsable de la campaña de
Hillary Clinton por la senaduría, logrando atraer amplios sectores de latinos a
favor de la triunfante candidatura.
Ha
sido un abanderado contra la influencia corruptora del financiamiento
empresarial en la política, convenciendo a corporaciones como JP Morgan,
Citigroup y Goldman Sachs a no aportar dólares corporativos a los partidos
políticos durante los procesos electorales.
Su
intransigente lucha a favor de los sectores más empobrecidos de la sociedad
norteamericana y sus avanzadas ideas políticas, abren un rayo de esperanza
entre los latinos residentes en la ciudad de Nueva York, y consecuentemente,
entre los dominicanos y grupos minoritarios.
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