Un Momentito con Miguel
Ydalia Lahoz |
Autor Miguel De Jesús
Locutor y Abogado Dominicano
|
Ayer visité su casa,
la encontré con un libro en las manos el que nunca soltó a pesar de que su educación
la llevó a interrumpir la lectura para ponerme atención, hoy escribo de la
madre del que fue mi compañero en Turbo 98, Victor Manuel Peña, conocido como
el Chico Maxis.
Siendo muy niña quedó
huérfana de padre, la situación económica era tan difícil que fue preciso darla
en adopción a un familiar, al crecer ingresó al colegio San José de Puerto Plata, para poder estudiar en esa institución
fueron necesarios muchos sacrificios, Lavar, planchar, pelar plátanos entre
otros oficios que garantizara el dinerito de su educación.
Cuando le tocaba exponer en clases, pedía prestado los zapatos de
alguna de sus compañeras ya que los de ella tenían chambras detrás por su mala condición
aparte de que ya no les servían.
Por varios años
estuvo en un convento de monjas, pero su vocación era otra, luego se matriculó
en la Universidad Pedro Henríquez Ureña, años después estudió magisterio en el Municipio de Licey
(Santiago).
Al recibirse de Maestra,
inicia trabajando en una escuela rural ubicada en el cerro de Navas y otra en Laguna Grande donde para llegar tenía que caminar 6 kilómetros
ida y vuelta, es decir 12 en total de lunes a viernes. No importaba el sacrificio,
su misión era formar y educar los niños que serian los adultos del mañana.
Fue así como se convirtió
en la madre y Maestra de más de 5
generaciones a los que enseñaba con amor y sencillez. Nunca faltó el sabio
consejo y su entrega para sembrar en ellos el conocimiento.
Después de 35 años
con tizas y borrantes, por motivo de salud fue jubilada y a pesar de los
maltratos de la vida y el peso de los años mantiene su paciencia que le
permiten ser tutora de niños con dificultad de aprendizaje.
Al verla advertí
su paso cansado y una mirada perdida en los recuerdos de una vida donde la
honestidad y seriedad de mujer vestida con dignidad hoy sirven de ejemplos ante
una sociedad que se ahoga en medio del Mar con oleajes fuertes de olas formadas
por antivalores.
Me abrazó y cuando
terminé de saludarla de manera efusiva,
le declamé un poema con cada letra de su
nombre y ella puso música a mis palabras con una sonrisa que en ese momento era acariciada por la suavidad
de la brisa.
Ayer domingo tuve
el privilegio de ir al pueblo de Villa la Isabela, entrar a la paz de un hogar
donde Dios habita cada espacio, para saludar a una señora que todos conocen
como Doña Dalia, pero que su nombre real es Ydalia Lahoz, una Maestra de Alma y
Corazón.
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