POR FERNANDO RODRĺGUEZ CÉSPEDES |
Titulo de la obra del
escritor argentino Domingo Faustino Sarmiento, que podría ser el nombre de la situación que vivimos en una sociedad
que no obstante los avances de las ciencias y la tecnología, sorprende por la
violencia irracional de sus integrantes.
Horroriza ver la violencia que sacude un mundo que se supone,
a estas alturas, debiera ser de otra manera pero, lamentablemente en el aspecto
humano y espiritual hemos quedado rezagados
dando paso a la barbarie aún en países
que, como Suecia y Francia, se suponen civilizados.
Ver el espectáculo
macabro de decenas de víctimas degolladas frente a las cámaras de televisión,
seres ejecutados con tiros a la cabeza por niños y niñas menores, individuos
que por fanatismo se convierten en bombas andantes explosionadas en lugares públicos,
es una práctica común.
Los tiroteos en las escuelas contra maestros y estudiantes
indefensos ha llegado a ser un deporte, sobre todo en sociedades como la norteamericana
donde sigue prevaleciendo el interés comercial de la venta de armas sobre la seguridad ciudadana, siguen en su
apogeo.
Aquí, para no irnos más lejos, se tronchan vidas útiles hasta por un celular , una motocicleta
y un arma de fuego, y en ocasiones, como
sucedió recientemente en Santiago, hasta por cien pesos, como le pasó a un
indefenso anciano asesinado para despojarlo de dicha cantidad de dinero.
En esta semana las
redes pasaron un video donde se ven unos individuos golpear y rociar con gasolina
a dos vapuleados hombres, a quienes prendieron fuego y quemaron hasta
consumirse sus cuerpos, mientras la multitud observaba tranquilamente el
dantesco espectáculo.
El lugar de la tragedia: Haití.
El crimen castigado: "se
robaron un saco de papas".
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