Autor Héctor Brea Tió
Medico Psiquiatra y escrito maeño
Así como Río de Janeiro tiene su imponente Cristo del Corcovado, París su seductora Torre de Eiffel, New York, la Estatua de la Libertad o Madrid, la Puerta de Alcalá, con todo y su pequeñez respecto a esas mega metrópolis, Mao tiene sus iconos o símbolos: religiosos, históricos, paisajísticos, arquitectónicos, ecológicos, etc.
Nunca cambiaría un atardecer maeño, por una gélida noche invernal noruega, londinense, neoyorquina, pues éstas obligan a sus habitantes a estar encerrados en sus casas, o a ingerir alcohol en demasía, desde luego no en todos los casos.
El Cristo del Corcovado, cuyos brazos abiertos parecen cubrir la paradisíaca bahía de Guanabara, considerado una de las maravillas del mundo actual, no niego que es una ridiculez compararlo con alguna otra imagen sagrada, incluso los colosos budas de India, China e Indonesia, esculpidos en oro.
Pero como citan unos
proverbios populares, que “el mejor melao es el de casa” y “nuestro vino
es amargo, pero es nuestro vino”, yo me conformo con el Corazón de
Jesús de mármol de Carrara, bendecido en solemne ceremonia eclesiástica,
con hisopo, por el Obispo Auxiliar de Santiago, Monseñor Felipe
Gallego, el 16 de octubre del 1949, de modo que recién cumplió su 62
aniversario.
El mismo fue donado por Dolores Román de Bogaert (doña
Lolita) viuda de monsieur Bogaert, importado desde la prestigiosa
fábrica marmórea de la Toscana, ciudad de Carrara, Italia, a donde dicha
dama visitó en varias ocasiones cuando se viajaba en barco, y
precisamente aprovechaba la oportunidad para traer vestuario religioso
para Monseñor Fernando Arturo Franco Benoit (el Padre Franco).
Los maeños no sabemos lo que tenemos, pues esa imagen nuestra está esculpida con los mismos materiales que “la Piedad de Miguel Ángel”, que se encuentra en el Vaticano, lo que sucede es que lamentablemente parte de nuestro pueblo, por ignorancia no sabe lo que vale dicha joya escultórica.
Hace quince años fui a la Oficina de Patrimonio Nacional, en la Zona Colonial de Santo Domingo, a restaurar un óleo de mi bisabuelo Pedro Tió Llovet, y quien hizo el trabajo, el Arq. Glauco Castellanos, graduado en Italia, me dijo que fue a Mao hace unos 25 años, a restaurar dicha imagen la cual había sido averiada por unos niños jugando beisbol.
Los maeños no sabemos lo que tenemos, pues esa imagen nuestra está esculpida con los mismos materiales que “la Piedad de Miguel Ángel”, que se encuentra en el Vaticano, lo que sucede es que lamentablemente parte de nuestro pueblo, por ignorancia no sabe lo que vale dicha joya escultórica.
Hace quince años fui a la Oficina de Patrimonio Nacional, en la Zona Colonial de Santo Domingo, a restaurar un óleo de mi bisabuelo Pedro Tió Llovet, y quien hizo el trabajo, el Arq. Glauco Castellanos, graduado en Italia, me dijo que fue a Mao hace unos 25 años, a restaurar dicha imagen la cual había sido averiada por unos niños jugando beisbol.
Conservo un recordatorio del día en que fue bendecida dicha imagen, que
me obsequió la familia Llopis Inoa, doña Gladys y Daniel e hijos, y la
conservo con mucho respeto y cuidado, pues es un documento de valor
histórico-religioso, que ellos saben me gusta coleccionar.
Ojalá que el
Ayuntamiento Municipal maeño mejore el entorno de dicha imagen en cuanto
a iluminación y ornato, y tal vez algún día construyan una rotonda para
que los vehículos en que transiten personas maeñas, de otros pueblos,
en turismo interno, conozcan ese símbolo que nos identifica desde la
entrada de nuestra “ciudad de los bellos atardeceres y de los
crepúsculos del rojo de las tunas”.
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