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jueves, 26 de mayo de 2011

‘Orden de matar a las Mirabal la dio un jefe militar’

Miguel Franjul

miguel.franjul@listindiario.com

Miami, Florida

La hija del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, Angelita, aceptó entrar en un diálogo amplio y franco con el director del LISTÍN DIARIO sobre muchos aspectos que jalonaron la vida suya y de su familia, tanto desde el poder como en el exilio, ante la proximidad del 50 aniversario del ajusticiamiento de su padre el 30 de mayo del 1961. Esta es la segunda parte.



Recientemente varios miembros de la resistencia contra Trujillo dijeron que el régimen de su padre había matado a más de cincuenta mil dominicanos. ¿Qué le parece a usted esa versión?

De momento van a decir que cien o doscientos mil, eso no importa. Hay que ver las estadísticas. Eso lo que da es risa, porque la verdad es que van a perder la credibilidad de todo el mundo hablando estos disparates, ¡por Dios!



¿Entonces usted cree que es una exageración?

También se ha dicho, y yo le estaba contando a Ramfito hoy, que también han dicho que no fueron 30 años, que hay que agregarle ahora los 12 primeros de Joaquín Balaguer.



Yo quisiera saber ¿qué usted opina de Balaguer y el papel que jugó?

Él fue un gran colaborador de mi papá durante el gobierno de mi padre, y como yo estuve fuera durante el gobierno de Balaguer, o sea, yo no...



Pero cuando se produjo la muerte de su padre él queda más o menos al frente de los destinos nacionales, ustedes se marchan, y él se queda.



Bueno duró muy poco tiempo en el poder, casi en seguida tuvo que asilarse. Ramfis, bueno la familia lo ayudó a subir a poder de nuevo. Mi mamá no estaba de acuerdo con que lo ayudáramos.



¿Y qué tipo de ayuda era esa Angelita?

Económica. Lo apoyamos en todo lo que pudimos para que pudiera ganar las elecciones.



Ustedes apoyaron para que él ganara las elecciones, pero después ¿cuál fue el trato de él hacia ustedes, usted salió del país, pero jamás regresó?

No, yo volví a la República Dominicana durante el gobierno de Balaguer.



¿Cuántas veces?

Una sola vez, dos veces, perdón, dos veces.



¿Pero eran visitas muy temporarias?

Una vez estuvimos diez días y después, creo que un fin de semana donde Guarién Cabrera.



Usted dijo en su libro que todavía en el pueblo dominicano está muy enraizado el trujillismo. ¿Qué quiso decir con eso? Que hay mucha gente que admira a Trujillo por su obra o que admira la forma en que él manejaba los asuntos del país.

No, yo no sé, seguro que por su obra de gobierno, porque hay que ver que la Era de Trujillo fue la era de oro del país. Eso es indudable, eso no hay quien lo discuta y no se puede tapar el sol con un dedo. Eso está a la vista.



En su libro también hay unas revelaciones muy fuertes que causaron mucho impacto, en relación con las hermanas Mirabal, porque la versión que usted dio difiere totalmente de la que mucha gente tiene. Usted dijo que esa muerte no fue ordenada por su padre y él inclusive se sorprendió al conocer la noticia. ¿Sobre que pruebas usted basa esa afirmación?

La información de la CIA que le dio al Departamento de Estado y al Congreso Americano que decía la información sobre las actividades de la CIA para los asesinatos de líderes extranjeros, y ahí estaba la de mi padre, el contacto de la CIA en la República Dominicana era un cercano colaborador de Trujillo (cuyo nombre se reserva El Listín por razones legales) y entonces ellos le informaron a él que no iban a participar en el proyecto del asesinato de mi padre mientras él (Trujillo) tuviera el control absoluto del gobierno allá. Que tenía que haber un acto o algo contundente allá para ellos entonces colaborar. Entonces esa fue la sentencia de muerte de las hermanas Mirabal, porque como tú sabes eso afectó el régimen de mi padre absolutamente, mi padre no quería que esas muchachas sufrieran nada. Un alto jefe militar fue el que dio la orden para el asesinato, según declaró ese oficial en la Aviación y, sin tortura, él declaró que el cercano colaborador de mi padre le había dicho a él que había que echarle ese problema, con otras palabras, a mi papá.



Pero eso era insólito, porque él en ese momento ocupaba un alto cargo en las Fuerzas Armadas...

Pero él era de los complotados contra mi padre y entonces él aprovechó el momento en que Johnny Abbes estaba fuera para ordenar el asesinato de las Mirabal.



O sea, ¿esas órdenes las dio ese alto cargo militar?

Y eso fue con las declaraciones de él cuando lo tomaron prisionero en la Aviación.



A raíz de la publicación de su libro, nosotros en el LISTÍN recogimos muchos testimonios, especialmente de mujeres que narraron casos de torturas en La 40 y en La Victoria, porque habían estado enroladas en el Movimiento 14 de Junio, entre ellas estaban dos de las hermanas Mirabal y ellas contaron las penurias y los abusos que se cometieron.

Bueno, ¿cómo te digo? Las hermanas Mirabal eran comunistas y lo que yo te dije de los comunistas te lo vuelvo a repetir ahora.



Ok, pero ellas y las otras sufrieron y denunciaron esas torturas. Cuando usted escucha esos testimonios, a usted como mujer ¿qué reacción le provoca?

Bueno ya te lo dije anteriormente.



No en términos políticos, sino humanos.

Pero es que son cosas que yo en realidad dudo.



O sea, ¿usted no las cree?

No, yo no creo. Los comunistas siempre inventan cosas y esas personas estaban muy envueltas en el comunismo. Hay que ver las cosas que suceden en Cuba, Dios mío.



Ellas también hablaron de crueldades que se cometieron contra los hombres, algunos de ellos sus esposos, otros hermanos, tíos, padres y allegados y de las numerosas secuelas que dejó el régimen trujillista a cientos de dominicanos. ¿Qué piensa de todo esto?

Son cosas muy penosas que ojalá y no hubieran pasado. Pero está muy claro que toda persona que se involucra en actividades subversivas y criminales para atentar contra la vida de un jefe de Estado tiene que saber que si lo agarran, salvo que no sea en un régimen totalitario, lo van a meter preso y lo van a interrogar, y si es culpable, lo van a condenar.



En mi país, con el afán de ser héroes, muchos se inventan toda clase de travesuras. Por eso soy muy escéptica para creer todo lo que dicen. Tengo entendido que en los países civilizados las cárceles han evolucionado mucho, pero en el siglo pasado no era así, y mientras más para atrás, cada vez peores, son sitios de horror.



Por eso no es equitativo pretender juzgar los métodos del pasado con los estándares del presente. Sencillamente no es justo.



Si usted hubiese tenido participación en la vida política, ¿qué le hubiese aconsejado a su padre. Cómo le hubiese recomendado que tratara a las damas que se alzaron contra su gobierno, y a los demás “rebeldes”?

Mi papá nació el siglo antes pasado y se propuso superarse y cuando le llegó su tiempo se trazó el plan para la transformación del país en una nación próspera, y así lo hizo.



A lo largo de su vida pública, comenzando con su madre y terminando conmigo, sólo he oido cosas agradables acerca del trato que reciben las damas de mi padre... De eso se sentía orgulloso. “Es todo un galán”, escribió la periodista puertorriquena Marta Lomar.



Ahí tiene usted el caso de las hermanas Mirabal. El comunismo por esos años era virulento, sin embargo mi papá las invitaba a sus fiestas y siempre fue caballeroso con ellas.



Cuando fue develado el complot del 14 de Junio que planeaban asesinar a mi padre, claro que estuvieron presas y condenadas por la justicia junto a sus esposos. Pero al poco tiempo, fueron indultadas por mi papá, que tal vez, más vale que las hubiera dejado presas y estarían vivas.



Su desgracia comenzó cuando la CIA le informó a los conjurados para asesinar a mi papá, que no continuarían con el proyecto mientras tuviera el control que tenía en el país. Esto de acuerdo con el libro del Departamento de Estado que investigó los asesinatos de jefes de Estados realizados por la CIA. En consecuencia, había que producir un acontecimiento contundente que desestabilizara el gobierno. Esa fue la sentencia de muerte de esas señoras.



¿Quién las escogió? No sé, ni creo sea posible saberlo, ¿quien las mandó a matar? El alto cargo militar. En declaraciones que hiciera cuando estaba detenido en la Aviación, donde no se podía alegar que fuera torturado, dijo que fue el colaborador de mi padre quien le dio la orden diciéndole que: “había que echarle esa vaina al jefe”. El Servicio de Inteligencia era dependencia de la Secretaria de las Fuerzas Armadas. Johnny Abbes, jefe del SIM, se encontraba fuera del país.



Mientras se cometía el crimen, a cierta distancia, había un individuo verificando la ejecución del crimen. ¿Sabe usted quién era ese señor?



De manera que mi papá y su gobierno fueron víctimas del asesinato de las Mirabal. Ese fue el principio del fin. Y todo el mundo lo sabe, pero no es lo mismo ser “víctima de la tiranía” que víctima de los victimarios de Trujillo. Ejemplo a Taváres Justo lo cogieron prisionero y la oligarquía del Triunvirato lo mandó a fusilar. Sin embargo de eso no se habla, porque no deja dividendos.



¿Usted reconocería que su padre fue un dictador, un gobernante opresor, una persona que no respetó las libertades públicas, por una o más de estas causas: porque ese tipo de sistema era común en esa época, porque él estaba en pleno derecho de defender su vida y de proteger a los suyos, porque tenía muchos enemigos o contrarios que aspiraban a sustituirlo. Lo justificaría de esta manera?

Cierto que mi papá gobernó autocraticamente, él reconocía que su gobierno era dictatorial. Pero también reconocía que de otra manera no hubiese podido realizar su obra. Y él sí que sabía porqué lo decía. Es un tema que lo trato ampliamente en mi libro.



La realidad es que logró hacer del país una nación próspera, pujante. Una mirada a lo que era el país en 1930 nos puede ayudar un poquito. Sin fronteras, sin instituciones, sin economía propia, sin programas sociales y un Estado de cosas anarquizadas con revoluciones al doblar de la esquina, los gobiernos en su mayoría duraban meses, y con el país repartido entre unos cuantos “generales”, caciques.



Cualquiera se hubiera transado por lo que fuera con tal que le sacaran de ese bache. La pregunta especulativa del millón es: ¿se podía realizar la obra que hizo mi padre con un régimen democrático? Pero si eso es lo que había tenido el país desde su independencia y el país iba de mal en peor.



Es que para que un sistema democrático funcione el país tiene que estar dotado, primero, de las condiciones de progreso y desarrollo que mostraba la República a la muerte de mi padre: moralidad, amor a la patria y respeto a sus símbolos, educación, cultura al alcance de los más desposeídos, autoridad y respeto, orden público, disciplina, institucionalidad del Estado, trabajo que fomente el desarrollo integral del país, respeto y celos por los bienes del Estado.



¿Cree que en algunas cosas se le fue la mano. Le hubiese gustado a usted que su padre no hubiese sido tildado de ruin, que el pueblo dominicano pudiera reconocer las obras que hizo. ¿Estaría dispuesta a reconocer que Trujillo pudo haber cometido algunos excesos. Le pediría usted perdón al pueblo dominicano por ellos?

Cuando un médico acude a curar a un enfermo su intención es salvarlo, sanarlo aunque para ello tenga que usar, bisturís, lancetas, y cuantos procedimientos sean necesarios para sacar toda la malignidad. Es muy doloroso pero al final, cuando el paciente está curado, sano y salvo el paciente le da las gracias, no por el dolor que le causó, sino por haberlo curado.



Como dije anteriormente en 1930 el país era un enfermo y en muy mal estado, los gobernantes desfilaban uno tras otro y ninguno curaba al enfermo porque, como dice Abelardo Nanita, le faltaba lo que a Trujillo le sobraba, “patriotismo”, rodeándose siempre de lo mejor que tenía el país, arrancó con su proyecto. Lo primero fue pacificar el país. Ahí tenemos el caso de Desiderio Arias, que dicen que fue víctima de mi padre. Pero nadie cuenta que este era un señor de mentalidad montonera, que fomentaba revoluciones si los gobiernos no compartían el gobierno con él.



Mi papá fue completamente solo y desarmado al cuartel general de Desiderio Arias, donde estaba sublevado para hacerlo desistir de su actitud. Mi papá le ofreció muchas cosas, menos repartir el gobierno, como se usaba entonces. De regreso, volvió a pasar caminando por entre los guerrilleros armados que estaban con Desiderio. Ante esa situación mi papá dispuso que el Ejército actuara para reducirlo militarmente.



Es una historia verídica, auténtica, mostrando mi padre tener un valor y una sangre fría sin parangón. Cantidad de casos como este tuvo que afrontar para lograr un estado de orden y respeto en todo el terrritorio.



Años después vino la era del poderío comunista, queriendo la Unión Soviética adueñarse de nuestro territorio valiéndose de muchísimos tontos útiles que obedeciedo esas consignas no le daban tregua al gobierno de mi papá. Pero si ellos eran agresivos, el gobierno era más agresivo que ellos. Esa fue una constante hasta que bajó Fidel Castro de la Sierra Maestra con su aureola de libertador, jurando pegarle fuego a la cordillera de los Andes.



A nuestro país envió la invasión el 14 de junio de 1959, que venían a instaurar un sistema como el de Cuba y es una pena que tantos dominicanos se prestaron para eso. El resto de la historia es bien conocida.



Luego surgió el Movimiento 14 de Junio, que si bien no todos eran comunistas, la dirigencia sí que lo era. Sólo tiene que leer su declaración de principios. Para resumir, gracias a Dios que el país pudo ser librado de todas esas doctrinas malsanas, diabólicas. Como indico en mi libro, ese fue el último gran servicio que le hizo mi padre al país.



Claro que es inevitable que a lo largo de todo ese recorrer “haciendo camino al andar” tienen que haberse cometido muchos excesos. Pues siempre pasa cuando se tiene que emplear la fuerza de la autoridad. El doctor Balaguer le llamaba “fuerzas incontrolables”.



Me consta que mi papá sirvió al país inspirado por su patriotismo y con la mejor intención, queriendo librarle de todo lo malo y darle siempre todo lo mejor.



Me parece que el perdón debe pedirse cuando se ha cometido una maldad y existe el cargo de conciencia, pero cuando se actúa con la mejor intención para la consecusión de una noble causa, creo que es al revez, que los dominicanos tenemos una gran deuda de gratitud con el generalísimo Trujillo. Sin él no tuviéramos los dominicanos la democracia que vive hoy el país.





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