Las masivas filtraciones de secretos por parte de Wikileaks, la
organización creada por Julian Assange, supusieron una revolución en las
redacciones periodísticas y plantean cambios en cómo los gobiernos
deben gestionar sus acciones y las relaciones internacionales.
Este es el mensaje de la investigación realizada por el periodista
español Borja Bergareche, quien en su libro "Wikileaks confidencial"
analiza lo que llama "la era Wikileaks", "una especie de aceleración de
la era digital", como la describe en entrevista con Efe.
Como cuenta en su libro, presentado hoy en Madrid, "no era la primera
vez que los periodistas debían manejar bases de datos, que veíamos
infografías sobre conflictos o que un garganta profunda hacía llegar a
un director de periódico un material confidencial".
Lo interesante -afirma el periodista- es "cómo los periódicos
gestionan el tesoro Wikileaks- por un lado había un reto tecnológico, ya
que lo que Wikileaks consigue obtener es una gigantesca tabla de excel
de 750.000 entradas, entre ellas 90.000 sobre la guerra de Afganistán y
otras 350.000 entradas sobre la guerra en Irak".
"Entradas con siglas, con muy poca gramática y sintaxis, que son los
registros en las unidades militares, algo muy poco atractivo" a lo que
se suman los cables diplomáticos.
Por ello, el primer reto en las redacciones es para los directores
técnicos- "cómo construyo con este océano de datos un buscador para que
mis periodistas especializados en esas zonas puedan buscar información y
extraer reportajes periodísticos".
Para ilustrar esta tarea, Bergareche entrevista a los responsables
técnicos de los grandes diarios internacionales que difundieron los
documentos de Wikileaks, entre ellos el español "El País" o el británico
"The Guardian".
A partir de ahí es donde se generan las dinámicas
novedosas en las redacciones- los periodistas se dan cuenta de la
importancia de tener cerca a buenos técnicos, pero estos aprenden que
deben ser más sensibles a las necesidades del periodista.
El tercer elemento es el infógrafo. Bergareche no cree que las tres
megafiltraciones de 2010 -los diarios de Afganistán, los de Irak y los
cables diplomáticos del Departamento de Estado de EEUU- trajeran la
filtración más grande de la historia, ni la de mayor importancia.
Ése es
un mérito que sí atribuye a los papeles del Pentágono sobre las guerra
de Vietnam revelados por "The New York Times" en 1971, y que el
Departamento de Defensa de EEUU desclasificó en junio de este año.
De hecho, la reacción de EEUU a las filtraciones de Wilileaks "no fue
nada histérica, ni fue el final de la diplomacia internacional, ni
forzó la retirada de EEUU de Afganistán, como Assange pensaba que iba a
ocurrir", dijo. "Claro que hubo una especie de enorme cotilleo global
durante meses por los cables diplomáticos.
Los cables nos ayudaron a ver mejor cómo se dirigen las relaciones
internacionales, pero no hubo un cataclismo, y de hecho, las bajas
causadas por Wikileaks son 4 o 5 dimisiones, entre ellos los embajadores
estadounidenses en México y Ecuador", agrega.
El libro señala que la organización de Assange sólo tuvo acceso al
2,3 por ciento de todos los cables que comunica el Departamento de
Estado entre 2004 y 2010.
"Wikileaks levantó las faldas a la diplomacia del imperio, y todos
disfrutamos mirando y escuchando, pero era una cantidad pequeña y por
eso no hubo reacciones histéricas", afirma el autor.
Bergareche
considera que "el hallazgo histórico más importante que aporta Wikileaks
está en los diarios de Irak, al sacar a la luz 15.000 víctimas civiles
más del conflicto que no se tenían contabilizadas, con lo que se
desenmascara una mentira y la cifra de víctimas civiles de ese conflicto
se pone por encima de los 100.000".
Pero la principal consecuencia para los gobierno es "la advertencia
de que ya no pueden proteger sus secretos con paradigmas de la Guerra
Fría.
La diplomacia internacional requiere un cierto nivel de
confidencialidad, pero hay que bajar el umbral de secreto". "EEUU es un
monstruo de los secretos.
En 2010, 4.000 funcionarios clasificaron 75 millones de documentos.
Eso no es operativo", señala el periodista, que recuerda que la
principal amenaza de la era digital es la ciberamenaza. EFE
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