Autor: RAMON A. CABRAL
Columnista invitado
La rebeldía es un concepto que se aplica a la persona que se rebela o subleva contra algo o alguien: una actitud rebelde ante cualquier norma o limitación. También se aplica a la persona que es difícil de educar, dirigir o controlar porque no hace caso de lo que se le manda.
La rebeldía es un evento que conlleva muchas consecuencias. Cuántas veces nosotros nos hemos rebelado contra nuestros padres, contra nuestros maestros, contra cada persona que, de alguna u otra manera, debemos rendirle obediencia. Muchas veces no lo hacemos.
Algunos seres humanos, por un problema de naturaleza, son ser rebeldes, se aparta de las leyes, de las reglas e intenta obedecer a sus caprichos y deseos.
La rebeldía de la mayoría de nuestros jóvenes es sin causa, esto es, que no está motivada en motivos positivos en lo que concierne a la lucha por el progreso, por el desarrollo, por los cambios y transformaciones sociales.
Los seres humanos no seguimos el mismo camino en nuestro proceso de desarrollo y formación personal, seguimos por diferentes caminos dependiendo de nuestros propósitos y de nuestras conductas.
Unos seguimos por el camino derecho, o mejor aún, por el buen camino, haciendo las cosas correctamente, como son o como deben hacerse.
Otros seguimos por malos caminos, por los caminos incorrectos, en franca violación a todas las normas establecidas.
Muchos aceptamos asumir y cumplir con nuestras responsabilidades humanas y sociales, con nuestros deberes, para poder cumplir con nuestros roles y con nuestros papeles, tales como estudiar, trabajar, luchar y construir nuestra propia familia.
Otros prefieren no aceptar el cumplimiento de sus compromisos, de sus responsabilidades y de sus roles, prefiriendo llevar una vida desorganizada, sin luchar, sin estudiar, sin trabajar y sin formar su propia familia, cometiendo toda clase de actos delictivos, una especie de rebeldía, pero una rebeldía sin causa.
Los jóvenes atrapados por nuestras calles son difíciles, confusos, desorientados, se ven envueltos en vicios, en enfrentamientos, en conflictos y en actividades delictivas que los pueden llevar a la cárcel y hasta pueden poner sus vidas en peligro.
Particularmente me gustaría ver a nuestros jóvenes estudiando, trabajando, pensando en formar su familia, haciendo deportes, en actividades recreativas y luchando por causas sanas que puedan aportar y contribuir con el proceso de cambios y transformaciones que debemos agotar para construir una verdadera nación.
Quisiera ver a nuestros jóvenes sumergidos en posturas críticas, asumiendo verdaderos papeles revolucionarios, en actividades en las que puedan hacer aportes positivos, pero no atrapados por los vicios sociales que los conducen al abismo.
Nunca me han gustado los rebeldes sin causa, pues todos caminan a un callejón sin salida.
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