Por Sócrates Regalado
El autor es un comunicador y Pastor evangelico dominicano residente en los Estados Unidos
La situación actual para toda la humanidad representa un estado crítico en todos los niveles que podamos ponderar los riesgos que enfretamos.
Nunca como ahora ha estado tan tambaleante el fundamento en que descanza la sociedad, la familia.
Sin familias sanas en el orden emocional, físico y espiritual, no puede desarrollarse una nación.
Si nos olvidamos de los valores que mediante grandes sacrificios fueron forjados para que el marco de referencia en el concierto de naciones con las que tenemos que convivir en paz y armonía, sea un pedestal y ejemplo de pueblo próspero y progresista, corremos el riesgo de entregar el país dominicano a las fuerzas que fabricaron los bozales que nos hicieron callar, y que nos impidieron mamar para alimentarnos con la nobleza de linaje que merece la Patria de todos, fuerzas que ejercieron violencia física y moral en nuestro suelo, y destruyeron nuestros sembrados al tomar con violencia nuestras mejores cosechas.
Las campanas doblan desde este comentario a favor de locutores dominicanos que después de haber dado tanto por su nación, se encuentran en condiciones precarias y viviendo una vida de penurias y tristezas, debido a condiciones económicas que no les permiten vivir con dignidad. Muchos en condiciones laborales humillantes.
Un locutor residente en la ciudad de Lawrence, Massachusetts, me informó que ya cumplió 62 años de edad, y que al diligenciar su retiro se encontró con la realidad de que lo prometido no consiguió satisfacer sus aspiraciones y esperanza de vida para él y su familia.
La situación es tal difícil que muchos locutores no poseen plan familiar de salud, y con necesidades personales de acudir a citas médicas. Otros trabajan controlando programas y en labores que nada tienen que ver con la profesión, y otros miran con vergonzoso escozor el acto en que inclina a pensar que se apaga "el maestro del buen decir".
Debo decir que todo trabajo es digno, pero estamos haciendo esta reflexión acerca de profesionales que un día hicieron sonar sus voces para darles honra al colectivo, alegria, orientación, comentarios, esperanza, noticias, gallardía, y que hoy son los grandes olvidados.
Que el gobierno dominicano ponga en marcha un plan en favor de que sus vidas y sus familiares tengan un final decente y glorioso.
¿ Cuantas voces me acompañan para seguir doblando las campanas por la dignidad del locutor dominicano en el extranjero?
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