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miércoles, 6 de octubre de 2010

Vincho o el arte de decir nada nuevo

Autor: Quini Candela
Columnista invitado

Nuestro periódico El Nuevo Diario (3 de octubre de 2010) titula: Vincho dice es un misterio quien protegió a Figueroa Agosto.


 Lo que sucede en realidad es que no existe la más mínima cuota de voluntad para divulgar la verdad. Cuando José Figueroa Agosto fue propuesto para la expulsión del país por la DNCD como persona indeseable, expediente que firmó en un tiempo récord el presidente Fernández, al parecer llegó tarde porque el supuesto capo boricua había sido puesto en libertad.



¿Quién dio la orden? Se supone que las instituciones del Estado llevan un libro de registro de quién entra, quién sale, porque motivo y con qué autorización. ¿No consta nada de eso? Al menos se sabrán las causas por las que se pidió la expulsión, alguien la habrá solicitado para que en 20 días estuviera firmada la expulsión.



¿Ya se sabía que Cristian Almonte era en realidad José Figueroa Agosto? Lo digo porque según «Vincho», se iba a extraditar a Estados Unidos, a pesar de no tener causas pendientes, que se sepa, como Cristian Almonte. Volvamos al interior de la DNCD. Un detenido, con el pedigrí que le asignan, no puede salir de esa Dirección Nacional sin una orden de liberación. ¿O sí?

Si cuando llega la orden de expulsión el detenido ya no está en la DNCD, ¿por qué no se depuraron las responsabilidades pertinentes? Todo siguió igual como si nada hubiera sucedido. ¿Tampoco hay responsables orgánicos de la institución en aquellos momentos? Naturalmente que hay una cadena de mando a la que, por lo que se conoce, no se le exigió ninguna responsabilidad.



Estamos en 2007. Hay una orden de expulsión firmada por el presidente Fernández. ¿Por qué cuando ésta lleva a la DNCD no se da orden de busca y captura de José Figueroa Agosto para cumplir la orden de Leonel Fernández? Parece lícito afirmar que tiene que existir un responsable que ese mandato no se haya cumplido. También tiene que existir en algún lugar una orden verbal de protección hacia el presunto traficante, de una o varias personas con la suficiente autoridad para que se respetase la inmunidad que gozó hasta septiembre de 2009.



No es, pues, un misterio sino un reiterado intento de ocultar la verdad y en consecuencia, proteger política y penalmente a los protectores. Nombres hay en suficiencia para tirar del hilo. Sin embargo, ni entonces ni ahora existe voluntad de aclarar lo sucedido. De hecho, el supuesto valedor uniformado de Figueroa Agosto, nunca fue interrogado.

 Hay otro teniente coronel que se relacionó con el caso, del que nada se supo, quizá porque amenazó con tirar de la manta. A primeros de año estaban detenidos militares de alta graduación relacionados con el asesinato de José Amado González González.

 Hasta el propio Radhamés Jiménez dio una rueda de prensa felicitándose por la resolución el caso. Dos días más tarde, en la ominosa rueda de prensa, con ausencia del procurador General de la República, los generales con mando el plaza, declararon culpable del asesinato, por celos, a José Figueroa Agosto. De los militares investigados y supuestos culpables, nada de nada.



También Marino Vinicio Castillo tocó el tema de Arturo del Tiempo Marqués. Es cierto que fue el otrora embajador de Colombia quien puso en contacto al español con el presidente, como así reconoció el colombiano.

Eso no es en absoluto excusa para que los organismos de inteligencia palaciegos, hubieran hecho su investigación. Y al igual que Banreservas, no encontraron nada porque nada había.

Creo que Arturo del Tiempo entró een contacto con la droga después de estar posicionado en la República Dominicana. Por eso era tan importante conocer la lista de los propietarios de la torre Atiemar, que Alejandro Moscoso Segarra prometió a este periódico diario para Semana Santa y nunca vio la luz.



Se está, pues, ocultando deliberadamente información para que los ciudadanos puedan desenredar lo que se tejió en torno a Arturo del Tiempo. Y no es –nunca fue desmantelada, aunque ahora no opere- compleja la trama urdida.

Al contrario, era demasiado sencilla. Es sabido que contaba con la máxima protección, de modo que nadie, salvo un error, osaría ponerle la mano encima. A Banreservas le llegaba el dinero del narcotráfico como si fueran pagos a cuenta de los apartamentos.

 ¿Quién iba a dudar de la honradez de los supuestos legítimos propietarios? Nunca fueron investigados ni sus propiedades –al menos en la torre Atiemar- confiscadas, porque bien podían ser testaferros del promotor español.



Los 937 kilos de cocaína encontrados por casualidad en el puerto intermodal de Caunedo, no tuvo más consecuencia que la incautación de la droga.

 Estamos hablando de casi una tonelada con nombre y apellidos, pero nada se investigó. No hay estimado «Vincho» ningún arcano indescifrable. Al contrario y usted lo sabe. Si hay intento por parte de todos, incluido usted, de ocultar lo realmente sucedido en esos dos episodios.

Usted maneja datos que la mayoría de los mortales desconocemos. Tiene que haber, por fuerza, muchos nombres y pruebas que se están ocultando.

 Quien conoce la existencia de hechos delictivos y nada dice, puede ser declarado cooperador necesario. Lanzar la piedra está muy bien para estímulo del ego, pero detrás del guijarro tiene que ir algo más: nombres, pruebas…



quinicandela@gmail.com

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