Por Lavinia del Villar
Profesora maeña
...sin embargo, hay dos valores fundamentales que son: El precio, que no es más que el valor material que tienen las cosas, y el aprecio que es el valor sentimental que le damos.
El ser humano es el único que tiene el derecho de dar valor a las cosas. Tiene la potestad de decidir qué tiene valor, y qué tipo de valor tienen los seres y los objetos. Así que todo lo que tiene valor, es simplemente porque el hombre decidió otorgárselo, bien porque satisface sus necesidades, bien por cualquier otro motivo. Definitivamente nosotros somos los responsables de que un diamante sea tan caro, y de que el oro no esté al alcance de los desposeídos.
También somos responsables de que muchos seres vivos pasaran la amarga experiencia de ser inmerecedores de valor alguno, en la hora que comenzamos a ponerle valor a las cosas. Valor es una palabra inmensa, como inmenso es también su contenido: Es dar importancia, es dar significado, es honrar, es tasar... Sin embargo, hay dos valores fundamentales que son: El precio, que no es más que el valor material que tienen las cosas, y el aprecio que es el valor sentimental que le damos.
El precio es el valor en que se estima algo. El aprecio es la estima que le tenemos. El precio siempre pone en ventaja o desventaja a algo. El aprecio es intangible y no se obtiene a través del dinero. Con el precio valoramos, y con el aprecio también valoramos. La gran diferencia es reconocer a qué le ponemos precio, y a qué le damos aprecio. No es lo mismo discutir acerca del valor de un perro, que el de mi perro, por poner algún ejemplo. Por eso decimos que las cosas que tienen mucho valor “no tienen precio”.
No es cierto que el dinero lo compre todo. Las cosas más valiosas son las que no podemos comprar con dinero. El respeto no se vende, ni el amor se pone en especial. No tengo Master Card, no pretendo tenerla. Pero me encanta su slogan, porque para mí es uno de los pocos anuncios que tratando de vender, envían un mensaje positivo y dicen una verdad universal: No permitamos que el precio sea para nosotros más importante que el aprecio. “El toque de la abuela… eso no tiene precio, para todo lo demás…”
Publicado originalemente en el Listín Diario .
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